Tomemos unos mates

Que ganas de tomar unos buenos mates, bah, buenos... la clase de mate que tomaba yo en la secundaria, es la clase de mate que cualquier adulto normal declararía como una aberración... Algo tibio, muy dulce.... con un caramelo de miel! O con uno de menta! O con unas cucharaditas de café.... Ay, mis amigas del alma... esos mates compartidos no eran los más ricos, pero que linda excusa para el tiempo compartido, para los chismes, para los secretos, para estar con la oreja para las demás, escuchar tranqui y paciente los males de amores mil veces ya repetidos, era como una ronda, claro, de mate, y de historias... mas o menos se parecían, no? Siempre algún chico de por medio, siempre algún primer beso o algún primer desencuentro.

Estuve releyendo el texto de Lalo Mir del mate... Y miren, este tipo no es uno de mis locutores argentinos preferidos, pero que lo parió, de tener razón, la tiene. Lo conocen? Lo terminás de leer y te decís "sí, es re cierto" y si sos muy sensible como yo, de yapa, le regalás un par de lágrimas de emoción, acompañadas de una media sonrisa. Estoy sentimental gente, vieron? Bue.... no es nada nuevo.

Tengo muchas ganas de tomar unos buenos mates... y no es que los mates de Martin sean feos, hace unos mates bien ricos. Yo tengo muchs ganas de tomar unos buenos mates, esos que vienen con buena compañía, con compañía que ahora está lejos de mí y más cerca de mi casa, allá al otro lado del charco atlántico. Unos mates que no son buenos por sí mismos, porque son muy dulces, o de una mezcla muy rara (los de Rox y Mimi: leche y coco, los de Sole: pomelo y café, los de mi Buchi del alma, eran pura caña de azúcar, los míos con azúcar quemada, tus preferidos Gringa!).

Sufro de argentinitis aguda, vió?, y no quiero una cura para esto!