lunes, 8 de septiembre de 2008

La suerte de turno

Hace poco tuve un día de mierda. De esos días en los que te pasa de todo. De esos días en los que te pasa de todo y vos te preguntás, qué cuernos hice para que me tocara todo hoy, una tras otra? Fue el viernes 5, pero podría haber pasado por un viernes 13.

Empezó con el tema del laburo. El jueves 4 tuve una entrevista en una agencia intermediaria. La gran sorpresa fue que ya tenían un puesto para mí. El gran problema es que mi contrato con Kern es hasta fines de noviembre y tengo un plazo de rescisión de 4 semanas. Por eso el viernes fue un apriete y afloje con mis jefes, que son tan simpáticos estos chotos. Y otro apriete y afloje de parte de la agencia, que estamos seguros de que la tomamos, renuncie, no, no estamos seguros, no renuncie aún.

17:30, puff por fin terminaba el día. Bueno, media horita más, así ayudo a la pobre de mi colega a terminar de armar los paquetes para el correo. OK, lista para volver a casa. Bajo todas esas escaleras, 4to, 3ro, 2do, 1ro, planta baja y encuentro mi bici. La quiero abrir. No puedo. Me cuesta girar la llave en el candado. Siempre me cuesta. Es que pasa todas las noches a la intemperie y se oxida el candado. Esta vez el candado estaba bien cagado, y se terminó de cagar cuando entre forcejeo y forcejeo se me rompió la llave, mitad en el candado, mitad en mi llavero. Esto lo arreglo otro día. Ya no tengo ganas, además se me acabó la batería del celu y no puedo llamar a Martin para que me venga a rescatar del lobo feroz.

Voy a pie. Se larga a llover. Es que no podía ser de otra forma. Porque si a uno lo mea un elefante, como no lo va a mear además el cielo. Y el cielo te mea de forma constante. Podría sacar el paraguas de la cartera y mojarme un poco menos. Podría. Pero no lo hago, tengo la sensación de que si agoto el crédito de cosas malas en el día, mañana no va a quedar nada de ese crédito y por ende, todo va a andar bien. Así que dejo que el cielo me termine de mear encima. Plácido, tranquilo, sin apuro, gota por gota, te chorrea por el pelo, la ropa pegada al cuerpo, la revista que llevo en la mano empapada y un hilo de rimel que corre por mis mejillas. Plácido, tranquilo, sin apuro, gota por gota, así de plácido como el perrito este que mea la escalera de la casa 5 de la Südstraße, miro a la dueña con cara de orto y luego al perro con cara de asco. La gorda se hace la que no ve, el perro mea tranquilo, con la misma paz y satisfacción con la que me mea el cielo gris.

1 comentario:

Lola dijo...

Querida Eli,

no te preocupes, un día así lo ha tenido ya casi todo el mundo. Tómatelo con filosofía!! Mira lo que le pasa a Murphy siempre:
http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Murphy